Al ver la musa dormida
observé su figura tan angelical,
me quede con la boca abierta
y casi no podía respirar.
La deje quieta muy tranquila,
por un largo rato,
me inspiraba mi alma,
cada vez que la miraba
el olor de su aroma tan exquisito
que me transmitía
mucha tranquilidad...
Al no poder resistir
la comencé a tocar,
y ella suspiraba,
solo me decía:”Hable
de amor a mi corazón”...
Los dos comenzamos a besarnos,
su corazón comenzó a latir
y el mío de mi pecho,
solo se quería salir...
Al instante comenzamos a jugar,
el juego el amor,
yo me entregue rápido
con ilusión aunque sentía gran confusión
la musa de mis sueños, comenzó a temblar
y me pedía que le entregará la pasión
en su cuerpo en esta romántica atracción...
Autor: Santos M. González
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